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sábado, 29 de septiembre de 2012

Capitulo 1


Recuerdo, el sabor de tus labios, de tus besos, un intenso sabor a tabaco que conseguía sacarme una sonrisa, tus besos, tus abrazos, tu olor. Tu olor característico, lo añoro, hecho de menos el tabaco en tus labios y en los míos, ese olor... solo con olerlo sabía que estabas cerca, tabaco mezclado con menta y colonia de Springfield. Recuerdo mi olor al llegar a mi casa, mi perfume, de Vittorio y Luchino mezclado con el olor a tabaco. Recuerdo que siempre me preguntabas si me molestaba que fumases, recuerdo que yo sonreía y tu me besabas, ¿Dónde a quedado todo eso?¿Dónde está ese chico que había sufrido tanto y que nunca se lo iba a hacer pasar mal a nadie?¿Dónde está? Ah, claro, ya lo sé, se quedó con la falsa de mi amiga cuando se lió contigo, tal vez, ambos aprovechasteis que yo iba algo afectada por el alcohol, empezasteis con un beso que no llegó solo, pues muchos más los siguieron.No sabía que pensar, todo era muy confuso. Me sentí acomplejada, sola, abandonada, decepcionada, histérica... todo en un momento.
Huí. No sabía a donde ir. Me sentía desorientada y perdida. Busqué a otras amigas, pero no las encontraba. Las lágrimas comenzaron a caer sobre mi rostro, el maquillaje que segundos antes había aumentado el volumen de mis pestañas, y la sombra que realzaba mi mirada, empezaron a caer sobre mis mejillas como ríos negros, dejando todo manchado de dolor y desesperación. Cuando llevaba un rato perdida, decidí que tenía que huir de aquel lugar; sin decir nada a nadie emprendí mi camino para huir de aquel lugar. Pero cuando estaba cerca de la salida alguien me dio un abrazo por detrás y me dijo: Beatriz, no te vayas, estoy aquí, contigo, como siempre he estado. No dejes que te hagan daño, tú eres mil veces más fuerte, no llores, olvidarle, no será una tarea fácil, pero él te ha hecho daño, no se merece que llores por él, diviértete, sonríe. Me dijo mientras esbozaba una sonrisa. Sí, sabía que él iba a estar ahí, como siempre había estado, nunca me había abandonado.
No, no es tan fácil. Susurré a la vez que me deshacía de sus brazos y huía hacia mi casa, no se como lo conseguí, después de unos veinte minutos andando llegué a la parada de metro, aún me quedaban unos cuarenta minutos para llegar a casa, había tenido suerte ese fin de semana, pues estaba sola en mi casa. No tendría que dar explicaciones a nadie. Monté en el metro y esperé a que llegase a mi parada. La gente que compartía vagón conmigo ni siquiera se molestaba en mirarme. Una pareja de jóvenes de unos veinte años, y una señora mayor que suspiraba indignada, supongo, que lo haría al ver a una juventud, tan " a salvajada" .
Cuando por fin llegué a mi parada. Bajé del andén y subí las escaleras que daban hacia la calle, en la parada de Sol. Subí con la mirada baja hasta que llegué a la puerta de mi casa. Abrí con dificultada la puerta, entré, cerré la puerta con llave y me derrumbé. Lloré, me abracé a mi misma, pero nada detenía el dolor que sentía por dentro, nada podía curar la brecha que se había abierto en mi corazón. Me tumbé en el suelo, y me volvió a abrumar su olor, el olor a tabaco, toda mi persona olía a él. Era como si no pudiese salir de mi, me puse el pijama, y saqué todo lo que tenía en el bolso, mi iphone blanco, mi cartera, mi paquete de tabaco, Camel y el suyo, Winston... decidí, coger su paquete, decidí dar una última calada a su aliento, a su olor, decidí acabar con ese cigarro, tomármelo, como una última oportunidad para decir adiós. Lo encendí, y a medida que iba dando caladas se iba consumiendo. Cuando se consumió por completo, toda mi habitación olía a él, me dormí pensando que, tal vez, mañana fuese un día mejor, o que tal vez hubiese estado equivocada...

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