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miércoles, 30 de enero de 2013

Capítulo 5

Cuando me despedí de Miriam, estaba lo que se dice agobiada, rayada, con ganas de llorar, sentía un vacío en mi interior.
Me fui a dar una vuelta por el Retiro, sin antes pasarme por un Starbucks para comprar un Caramel Machiatto y un muffin de chocolate. Después de comprar el café llegué al Retiro, y después, una vez en el conocido parque busqué un sitio alejado de la gente, un sitio por el que no pasase mucha gente, un sitio más bien solitario en el que pudiese pensar sin ser molestada. Después de haber pasado viente minutos buscando un buen sitio, me encontré en un lugar en el que nunca había estado. Era un sitio en el que había una vieja caseta de piedra, me senté, me puse los cascos, y comencé a beberme el café. Mientras la música me tranquilizaba, me bebía el café y pequeñas lágrimas surcaban mis mejillas, millones de recuerdos sacudían mi cabeza. Lo recordaba con perfecta claridad., Recordaba como él la había empezado a hablar, como sutilmente ella había acercado su cintura a él y como finalmente sus labios se habían juntado en un apasionado y frenético beso, una vez que este había terminado el había comenzado a desabrochar su camisa, sus manos buscaban la desnudez de mi amiga, ella, tampoco se había quedado atrás. Ella intentaba llegar al torso semidesnudo de mi, en ese momento chico. Sentí un feroz impotencia en mi interior, me sentí pequeña y sin fuerzas. Sentía las lágrimas caer por mi rostro, y decidí abrir los ojos de nuevo. El cielo se estaba volviendo anaranjado. La noche se iba acercando con tranquilidad. La luz se filtraba entre las hojas marrones de otoño creando un  ambiente tranquilo.
Decidí limpiarme las lágrimas y volver a mi casa. Comencé a andar sin siquiera quitarme los cascos, ahora sonaba la canción "Stop crying your heart out" de Oasis, antes de llegar a mi casa, me dio tiempo a escuchar otras cuatro canciones, "Wonderwall" de este mismo grupo, "If today was your last day" de Nickelback, "Smells like teen spirit" de Nirvana y "Unbelievable" de Craig David.
Cuando llegué a mi casa, tuve suerte, mis padres habían dejado una nota diciendo que iban a cenar fuera, que habían llamado los del Starbucks para decir que la entrevista era mañana a las 9.30, y que por tanto no me quedase despierta mucho tiempo.También decía que no me olvidara de cenar y que me querían mucho.
Dejé la nota en la encimera, y saqué un cenicero del cajón de la cocina. Dejé el bolso a un lado y saqué un paquete de tabaco del bolso. Coloqué en una esquina de una bandeja el cenicero y el paquete, y en el centro de de la bandeja coloqué un plato con algo de comida y un baso de agua.
Cuando estuvo todo listo decidí llevar todo al salón. Cené tranquilamente y, después me fumé dos o tres cigarros, no lo recuerdo bien; solo sé, que me tranquilizaron lo suficiente como para no volver a tener miedo de dormirme y tener pesadillas.
Puse una alarma en el móvil a las 8:00 am y sin dudarlo me fui a dormir, esperando, que tal vez las cosas comenzasen a mejorar.